LA CULTURA POS-ELA

Por Ana Teresa Toro

ana. toro@elnuevodia.com

Esto, tanto para los residentes en la Isla, para la diáspora e incluso para los extranjeros que, al sol de hoy, cuestionan con una curiosidad inacabable a los boricuas que conocen en el exterior. ¿Es cierto que allá se habla inglés solamente? ¿Son o no son estado? ¿Cómo es eso de que tienen el pasaporte y no votan por el presidente? ¿Son latinoamericanos o gringos? ¿Por qué a veces aparecen como estado y otras no? ¿Es verdad que no tienen embajada? ¿Por qué van a las olimpiadas?

Dos banderas, dos idiomas, dos himnos... para algunos el saldo de un status político ambiguo es sencillo. "La confusión. Imagínate un perro que no sabe si es perro o gato. A veces ladra y a veces dice miau. Es evidente que tarde o temprano este perro terminará en el siquiatra o se pegará un escopetazo, porque no se puede ser perro y gato a la vez... a menos que se trate del perro de Frankenstein", sentencia el escritor Luis López Nieves para quien esta dualidad de presencias culturales se resuelve de modo poco matemático, pues en las matemáticas "dos mitades suman uno, pero dos mitades de culturas no suman una completa. Son simplemente dos mitades, ambas incompletas".

Y es que si buscamos escudriñar en cuanto a cuál es el concepto de cultura puertorriqueña que el ELA nos ha legado, habría que empezar por preguntarse si existe tal cosa. "Yo pondría en entredicho que el ELA creó un concepto de cultura. Yo sí diría que el ELA quiso privilegiar una versión de la cultura que camuflajeara las tensiones políticas en favor de unas afirmaciones muy sencillas pero que fueran colectivas", observa por su parte el historiador Pedro Reina. A su juicio dicho proyecto fue efectivo y lo fue en gran medida por la mordaza con la que vino acompañado. "Se criminalizó la disidencia y existió una fantasía del consenso", dice.

Con el ELA apareció por primera vez un discurso sobre lo puertorriqueño orquestado desde el Estado, un código con el que estuvimos de acuerdo en identificarnos y que operó desde el consenso en cuanto a la idea de las tres herencias -hispánica, africana e indígena-, pasando por las tradiciones musicales y afianzándose en la gastronomía y las artes.

"Cuando se levanta esa bandera es la primera vez que se levanta lo puertorriqueño sobre el escenario boricua, a la misma vez que se da la ilusión de que lo puertorriqueño está al mismo nivel y en igualdad de condiciones que lo estadounidense. Esa es la gran metáfora del ELA que...

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