Sueño cumplido

Ruta Inca - Perú

Al tercer día de madrugada fuimos en autobús hasta el pueblito de Mollepata, a dos horas. Me uní a un grupo de Argentina, España, Brasil, Australia, Inglaterra, Francia, Alemania y Holanda.

Subimos montañas por escarpados trillos de tierra y piedra. Diariamente caminamos horas hasta el sitio de almuerzo y luego al campamento. Â Esos campamentos son apenas madera y lona para protegernos del viento. Una rústica mesa nos sirvió de comedor grupal y al lado, las casetas para intentar dormir en el suelo después de un día extenuante. Se requiere una excelente condición física para completar la ruta.

En los campamentos hay inodoros pero en el trayecto se usa el monte. Para asearse es con un paño y un cubo con agua pero a menos de 40° F, no vi a nadie hacerlo.

La cima del trayecto está a 13,600 pies sobre el nivel del mar entre los nevados Umantay y Salkantay. Subimos caminando y a caballo. El risco al borde del estrecho camino desalienta al más valiente. Si supiera como bajarme de un caballo sin ayuda, me hubiera bajado. Temeroso de caerme, permanecí en la silla para sobrevivir como fuera.

Los paisajes son espectaculares. Hay áreas rocosas, bosque, puentes colgantes y ríos. Finalizar en el pueblito de Aguas Calientes cuatro días después se siente como llegar a la tierra prometida. Al día siguiente se sube caminando o en bus a las ruinas de Machu Picchu, que celebra el centenario de su redescubrimiento.

Regresé a Lima para desquitarme de tanto esfuerzo y...

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