CURADORES DE LA PIEL

por luis r. trelles.Especial El Nuevo Día

fotos CARLOS GIUSTI

Más allá de la trillada imagen del nombre de una exnovia o exnovio grabado en el brazo, lo cierto es que se trata de un arte antiguo. Hoy en día el género ha llegado a una sofisticación aceptada por el público en general. No solo se celebran convenciones aquí y en el exterior, sino que han surgido artistas reconocidos alrededor del mundo por la calidad de su trabajo.

Como cualquier otra rama artística, esta no carece de coleccionistas. Al igual que otros se acercan al pintor o al escultor que les interesa, ellos investigan el estilo del tatuador. Como el curador de una galería o un museo, estudian su propio cuerpo para colocar una pieza en el lugar más adecuado. No solo destacan lo mejor de Puerto Rico, también viajan a Nueva York, Europa o Japón en busca de alguna pieza única en su clase.

¿Figurativo o abstracto? ¿Colorido o monocromático? Estas son las preguntas que se hacen los curadores de la piel. Después de todo, añadirle a la colección no es una decisión que se tome a la ligera.

Los coleccionistas coinciden en que los dos criterios más importantes para adquirir una pieza son el diseño y el artista. Libertad Ayala Ruiz es una fotógrafa y asistente de "casting" para películas y publicidad que lleva 10 años coleccionando arte corporal. Sobre sus brazos, muslos y espalda desfilan una serie de diseños figurativos . "En la subcultura se refieren al coleccionista como alguien que está buscando piezas de distintos artistas", dice. "Si todas son del mismo tatuador, no eres coleccionista".

En su piel conviven piezas de Juan R. López, mejor conocido como Papito, y Roberto Torres, un artista que pasó de la escuela de arquitectura al salón de tatuajes. En Londres, donde Ayala Ruiz estudió fotografía de modas y empezó a ir a convenciones de tatuajes, se puso en las manos de la italiana Amanda Toy y de Dan Gold, quien es conocido por sus intervenciones en el programa de televisión "London Ink".

El artista de medios mixtos, Jeffrey Navarro, consiguió en Tokio la pieza central de su colección: una calavera con un corazón que lleva en el pecho, realizada por el artista Hata, "Algunos de mis tatuajes son diseños de pintores que me gustan", menciona quien trabaja en el salón de tatuajes Harisumi en Condado. "Pero le doy la libertad al tatuador de hacer su versión de ese trabajo".

Algunos escogen diseños específicos, otros le dan rienda suelta a la creatividad del artista. Este es el caso de...

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