'El último día vamos a ir flotando'

Por María Ivette Vega Calles y Rosalina Marrero

maria.vega@gfrmedia.comrosalina.marrero@gfrmedia.com

"Va a ser bien duro por la distancia. Si caminar 20 millas duele en un día común y cualquiera, imagínate luego de venir de 60 millas. Pero vamos poco a poco", afirmaba antes de salir.

Raymond enfrentó muchas cuestas en el tramo de Utuado a Arecibo. El de ayer fue de Arecibo, saliendo del Estadio Luis Rodríguez Olmo, a Manatí.

Comparado a años anteriores, el animador de Día a día de Telemundo, se encuentra en mejores condiciones en esta etapa de la caminata, lo que atribuye al entrenamiento al que se sometió. Por el momento su principal molestia son las pantorrillas inflamadas.

"Se ven bonitas, pero están inflamadas, me las están midiendo todos los días y poniendo hielo en las mañanas y en las noches, y dándome masajes. Me están poniendo bolsitas de agua en los pies y tengo ampollas en el dedo chiquito del pie. Por todo lo demás estoy bien, el entrenamiento que hice fue bien duro, me está dando resultados como nunca. Me siento bien de las caderas; los cuádriceps y el hamstring están nítidos. Son solo las pantorrillas, que creo que fueron las bajadas... eso nos lastimó", señaló.

En esta etapa, ya Raymond ha pasado lluvia, niebla y un sol inclemente, pero más allá del esfuerzo físico, el principal reto de la caminata para él sigue siendo la carga emocional que representa escuchar testimonios de victorias y derrotas que libran los pacientes de cáncer.

Por eso esta vez contó con la ayuda del psicólogo Ricardo Jiménez. Precisamente ayer, la complejidad del tramo pasó a un segundo plano, luego de lo emotivo que se tornó la jornada por la cantidad de personas que se acercaron.

Por ejemplo, a pocos pasos de la salida, un joven se le acercó para contarle que su abuela había muerto de cáncer y él le había prometido ser un hombre de bien. "Me dijo que yo lo inspiraba mucho y le dije que siguiera estudiando, que no se quitara", dijo con una sonrisa.

Santiago Quiñones, paciente de cáncer, se acercó para agradecerle y no podía soltarlo por la emoción.

"También me conmovió un señor que recoge latas porque me dijo que hasta el momento había ganado $1.35 y que se quedaba con el dólar y me dio los 35 centavos", contó.

Esa y otras intervenciones retrasaron una hora la llegada al oasis de la urbanización Los Flamboyanes en Arecibo, donde recibió una grata noticia: el banco Doral le otorgó un donativo de $20 mil.

De allí salió rumbo al Walmart de Manatí. La ruta...

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