LA DAMA DE LA ACCIÓN

por Carmen Graciela Díaz.Especial El Nuevo Día

fotos por Ramón "Tonito" Zayas

"No me considero una artista, soy amante del arte, me encanta la música, la pintura y todo lo que tenga que ver con todos medios performáticos y de expresión, pero realmente soy una facilitadora", se define quien prefiere ser vista como un recurso para gestar proyectos e intentar abrir espacios donde, sobre todo, los jóvenes y las mujeres puedan crear.

"Sería como montar una guerrilla donde disparemos flores y que la gente se disfrute esas flores", reflexiona la que sonríe ampliamente ante la pronunciación de esa imagen.

El trabajo colaborativo tiene sus bondades y sus gustos, pero también sus secretos. No muchos tienen el don de gente y son bastantes los que en diferentes sectores prefieren la faena individual, sea porque los consensos les asusten o simplemente porque aman la soledad. Algo que no tiene que ver nada con esta dama de cabellera libre, rizada como su espíritu.

Parte de lo que procura diariamente, explica, no es solo el producto, sino el proceso. Que las personas se lo disfruten de principio a fin, que aprendan unos de otros.

Esta hacedora detalla que no es de aquellas que dicen "Simón dice esto es así", sino que prefiere darle apertura a todo aquel que crea y quiera ser parte de un proyecto. Y dado que las colaboraciones aluden a más de uno, para Dama es más que puntual que las opiniones de todos tengan su lugar.

Con su carácter avispado y sujetada al poder de la palabra, La Dama dice sin reparos que lo mismo puede sentarse con un vagabundo que en una casa de Condado. Cree que "el verbo puede ser hipnotizador" y sus días dan fe del que transita con la retórica por delante.

"Mucha gente siempre está con lo que le llamo 'el rollo del arroz y habichuelas', que si trabajas con ellos siempre existe el miedo de que 'me quita el guiso'. Pero aquí hay guiso para todo el mundo y yo he optado por abrir ese espacio", señala quien es natural del pueblo de Patillas y proviene de una familia de escasos recursos en la que su madre sacó adelante a trece hijos tras la muerte de su padre.

Tal vez como la propia vida le enseñó a no depender exclusivamente del dinero, para Dama el limitado o el cero presupuesto que suele flotar en la narrativa de muchos sectores como la cultura no supone un atentado contra la creatividad.

Solo le basta cavilar sobre el proyecto que tenga entre ceja y ceja, llamar a unos y otros y poner las manos a la obra.

Los límites, pues no existen...

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