Dejan el pollo atrás

Por Rebecca Banuchi

rebecca.banuchi@gfrmedia.com

Sin embargo, la crisis que golpea a la industria avícola y las pérdidas económicas que suponía para su negocio, lo llevaron a cambiar su rumbo.

Arroyo nunca consideró abandonar la agricultura por completo. En cambio, decidió transformar el rancho que alguna vez albergó 38,000 pollos en una finca de cultivo hidropónico.

Así surgió la Cooperativa de Servicios Agrícolas Illescana, proyecto al que se unieron otras 10 familias en Coamo que habían dejado de ver en la avicultura una salida económica.

"A mí, la crianza de pollos me apasionaba, pero perdimos la fe en el negocio de pollos, y ya no hay marcha atrás", afirmó Arroyo.

AgriCoop Illescana, como se le conoce comúnmente al proyecto, se constituyó hace dos años, y hace poco más de un mes comenzó a dar frutos. Los avicultores asociados ya han tenido sus primeras ventas, y actualmente cuentan con cuatro distribuidores que se encargan de llevar sus productos a distintos puntos de venta alrededor de la Isla.

En la finca de Arroyo, se cultiva cilantrillo, y muy pronto lechuga y recao, y en otras se cultivan pimientos. Próximamente, sembrarán pepinillos, berenjenas y yerbas aromáticas.

Arroyo, quien preside la cooperativa, dijo que, en teoría, no vislumbraba un cambio tan radical, pues tanto en la avicultura como en el cultivo trabajarían con organismos vivos que requerían alimentos, y cuyo ambiente precisaba controlar la temperatura y la humedad.

No obstante, en la práctica, la historia fue otra. "Ha sido más fácil reconvertir los ranchos que reconvertirnos nosotros. Ha sido complicado en lo que vamos aprendiendo con los cantazos", sostuvo.

Uno de los primeros tropiezos fue el control de plagas y hongos. Arroyo reconoce que no establecieron efectivamente un plan preventivo, lo que los llevó a tener que decomisar parte de su primera cosecha. "Ahora estamos haciendo el librito", dijo sobre el proceso de aprendizaje con el que él y sus socios han sobrellevado esta etapa de adaptación.

Ángel Miguel Colón, quien posee una finca de pimientos que se encuentra en plena etapa de producción, admite que en un principio le costaba acostumbrarse a su nueva vida, pero eso quedó en el pasado.

"Ya botamos el impacto de los pollos viendo que esto es viable", afirmó Colón, quien junto a su esposa mantiene la Granja Colón Muñoz.

Colón decidió dejar la avicultura cuando la empresa Canto Alegre cesó operaciones en el 2006. Era el tercer cierre de una procesadora de...

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