DÉJí€ VU GENÉTICO

Por Marcos Billy Guzmán

Especial El Nuevo Día

"Lo recuerdo muy chiquito en una actividad familiar. Había una invitada que hablaba por teléfono en un cuarto y él, con esa voz ronca desde pequeño, me dice: 'Hay una muchacha bien linda y la quiero conocer'... Sin duda mantiene los estándares de la familia", revela su tía, la cantante Jacqueline Capó.

Habla de una de las herencias de Pedro Capó, esa picardía innata que él mismo acepta con sonrisa de nene travieso. "Algo de cariño tenía que irse por ahí pa' bajo", menciona.

Como la rama de un árbol que multiplica su patrón de hojas, el cantautor boricua asegura haber heredado mucho de sus antecesores que sedujeron a Puerto Rico con su talento y que hoy extraña con pesar. A su abuelo Bobby Capó apenas lo conoció, aunque no olvida cómo el pionero de la música romántica hispana lo presentó en su último show en el Centro de Bellas Artes de Santurce.

"Era la primera vez que veía un concierto en mi vida y la primera vez que tuve un público. Ver la manera en que se desenvolvía me impactó muchísimo", rememora.

Pero hoy, Día de los Padres, le duele aún más cuando recuerda a su progenitor, el músico y actor Bobby Capó, hijo. Con él sí compartió, pero lo perdió justo dos semanas después de cumplir los 14 años de edad.

"Extraño todo de él", dice, recalcando las salidas que con él hizo al cine, a la escuela y al teatro. Lo que más le choca son los detalles más simples como las veces que lo buscaba a la escuela o la comida que le puso sobre la mesa. Cuando piensa en eso, Pedro reconoce que hay cosas que duelen más que ser infiel, como canta en una de sus canciones. Duele más la ausencia prematura de papá.

"Extraño su voz, sus consejos, los chistes, su buen humor", menciona. "Tenía defectos como todos, pero era un tipo de corazón increíble. Es la persona más influyente en mi vida. Siempre me traía mucha seguridad".

Ante esa partida considera que su adolescencia "fue muy dura". Sin embargo, agradece la intrínseca relación que llegó a tener con su padre. Es como si le hubiese ganado a la vida o a la muerte, declara.

"Sentí que a esa edad me dio tanto. Conozco amistades que de adultos nunca han tenido con sus padres lo que yo tuve con el mío", sostiene.

La mayor lección que le dio fue darlo todo con el corazón y sin pensarlo mucho. "¡Entrégate en todo lo que hagas!", indica Pedro que le aconsejaba su papá. "Y creo que me ha funcionado", añade, no sin antes insistir en la disciplina de su abuelo. Las cuatro...

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