Deleita el genio musical de Lecuona

Por Luis Hernández Mergal

Especial El Nuevo Día

Cáceres ofreció un programa de la mejor música de piano del gran compositor y pianista cubano, sin lugar a dudas el mayor representante del pianismo romántico tardío de la hermana isla caribeña.

El programa fue una excelente demostración del profundo conocimiento del instrumento que tenía Lecuona, así como de la tradición pianística que se remonta a Chopin y Liszt, pasando por el crisol de Gottschalk, Ignacio Cervantes y los dos grandes compositores pianistas españoles, Albéniz y Granados.

Cáceres comenzó por un Preludio en la noche de hermoso lirismo, interpretado con elegancia y romántica expresión. Cáceres es un pianista de personalidad exuberante, como quedó demostrado en su interpretación de una selección de Danzas cubanas del siglo XIX, en que Lecuona rinde homenaje a su compatriota y predecesor Ignacio Cervantes.

El piano de Cáceres se regocijó entre el virtuosismo y la gracia lírica caribeña de las danzas cubanas: las octavas de La primera en la frente, la sección meliflua y grácil de A la antigua, las virtuosistas notas dobles del Impromptu, el íntimo lirismo de Ella y yo.

Cáceres dio rienda suelta a su imaginación musical en la Suite de danzas afrocubanas, demostrando un conocimiento genuino de las sutilezas rítmicas de la herencia africana criollizada que ya el gran Louis Moreau Gottschalk descubrió a mediados del siglo diecinueve y que Lecuona moderniza con atrevidas disonancias percusivas e ingeniosas combinaciones de figuras sincopadas. Cáceres supo capitalizar el genio de Lecuona para el color pianístico en la última y más famosa de estas danzas...

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