Delirio

Sofía Irene Cardona

Aprecien su distinguida trayectoria; alguna vez fue joven y se atrevió a desafiar el orden. Cuentan que cruzó el mar varias veces, labró una vida, amó, dio discursos, hizo leyes, escribió versos, defendió ideas: la independencia de su país, una Academia Antillana de la Lengua Española. Luchó contra la imposición de la ciudadanía americana, el control económico y legislativo de los Estados Unidos sobre Puerto Rico, la Corte federal, el desplazamiento de puertorriqueños a Hawai en 1901 y la americanización del sistema educativo.

Su perfil acartonado aparece en los libros, tan digno y formal como otros próceres de sus tiempos. Es difícil imaginarlo hoy fuera del cuadro, haciendo campaña por las mismas calles bautizadas con su nombre, recitando uno de sus floridos discursos en el Hemiciclo y luego bailando el culiquitaca con los fervorosos correligionarios. Ahora es una referencia en el mapa, un día feriado, acaso una foto en la pizarra.

Entre las muchas...

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