Derecho dinámico

Este libro es muchos libros, unidos por el hilo conductor de la sensibilidad y la experiencia -familiar, social, académica, profesional, administrativa- de su autor. Empieza como unas memorias de juventud a través de las cuales conocemos un Coamo que alberga un entorno familiar enriquecido con múltiples manifestaciones de las artes -música, pintura, arquitectura- que proveen estímulos a quien aún busca su futuro.

Es, además, una historia institucional de la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico, establecida en 1913. Consigna sus componentes: profesores, directores, planes de estudio, y sus múltiples mudanzas hasta su localización actual, desde 1963, en el hermoso edificio del campus riopedrense, obra de Henry Klumb, remodelado luego por el arquitecto Segundo Cardona.

También es una reflexión sobre el largo desempeño del autor (1986-2001) como decano de dicha escuela. Aquí analiza no solo lo que puso en marcha durante su incumbencia (el mejoramiento de la oferta y la calidad académica; la diversificación de cursos y profesores; los consorcios con otras instituciones universitarias dentro y fuera del país y el logro que supuso establecer una doble titulación -válida en Puerto Rico y en Europa- a través de un acuerdo entre la UPR y la Universidad de Barcelona) sino también lo que es y lo que implica la profesión de abogado y lo que una Escuela de Derecho debe proveerle a quien quiera ejercerla.

Revela la estrecha vinculación del abogado con la situación sociopolítica, económica y cultural de su entorno y la importancia de comprometerse con la defensa y garantía del buen ordenamiento de la sociedad. Ello exige que los abogados no solo reconozcan y respondan a los cambios que afectan el entorno sino que los anticipen, eludiendo así el peligro de justificar y abonar a un “status quo” paralizante. En una profesión que depende de leyes escritas y codificadas y de su interpretación, es necesario que esas interpretaciones estén acordes con los tiempos. Tal actitud de apertura representa un desafío constante.

La reflexión de García Padilla deja clara la necesidad de ser conscientes de las inequidades manifiestas -o disimuladas- en el ordenamiento social y las maneras de subsanarlas. El compromiso con el recto ejercicio de la profesión implica, pues, un compromiso de igual intensidad con el país. En ese sentido es inspirador. Estimula al lector -no solo al abogado- a comprender la necesidad de comprometerse a fondo con las tareas...

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