Fructíferos desacuerdos

Por Ana Teresa Toro

ana.toro@elnuevodia.com

Esa fue una de las cosas que quedó clara una vez más anoche durante el conversatorio La cultura en su sitial: realidad, desafíos y propuestas, el cuarto de una serie de eventos de esta naturaleza convocados por la Junta Editorial de El Nuevo Día y en los que se han abordado durante el pasado año temas como salud, educación y la reforma legislativa. El diálogo, moderado por la escritora, periodista e integrante de la Junta Editorial de este diario Mayra Montero, reunió a voces de diversos sectores culturales tanto independientes como institucionales. El único político presente fue el presidente del Senado Eduardo Bathia quien llegó para la ronda de preguntas del público.

En este conversatorio participaron Lilliana Ramos Collado, directora ejecutiva del Instituto de Cultura Puertorriqueña; William Cepeda, músico; Magali García Ramis, escritora; Ángel Darío Carrero, presidente de la Comisión para el Desarrollo Cultural; Carmelo Sobrino, pintor; Carla Calvina Meléndez, fundadora del Taller Cinemático; Rosa Luisa Márquez, académica, directora y productora teatral y Rafael Enrique Irizarry, director musical y miembro de la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico.

Ninguno fue tímido en sus comentarios y como era de esperarse más que un foro sosegado, el encuentro fluyó como un debate abierto en el que los panelistas realizaron un diagnóstico del estado actual tanto de la cultura puertorriqueña como de sus instituciones y sus expresiones artísticas. La mesa estuvo servida a las siete en punto cuando Montero planteó una pregunta siempre incómoda pero clave para ir directo al primer desencuentro. "Hablar de cultura es hablar de identidad, por eso hay que preguntarse: ¿Se puede hablar de una política cultural en Puerto Rico sin una propuesta de nación?", expuso la autora.

"Comienzo por diferir de ese planteamiento... Hemos tardado en reconocer la diversidad. Hay una mirada antropológica de la cultura, está la idea de proteger un acervo, unas tradiciones, pero hay a su vez un entusiasmo por el futuro porque la cultura es memoria y anticipación. El reto es atrevernos a aceptar esa diversidad", expuso Ramos Collado. Igualmente, hizo un llamado a demoler los prejuicios en torno a diversas manifestaciones culturales. "El reguetón para mí es música de protesta", abonó toda vez que consideró que vivimos una coyuntura particular en la que el ICP está llamado a ser capaz de ofrecer "mediaciones suficientes para que el...

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