Desarrollan la hidroponía resiliente mediante la siembra en vagones

Dentro del paquete multimillonario de ayudas federales para la reconstrucción de Puerto Rico, hay un fondo de $92.5 millones al que el equipo de madre e hijo de Farm in The City le apuesta para crear un regimiento de agricultores bonafides locales e incrementar la seguridad alimentaria de los puertorriqueños una finca-vagón a la vez.Se trata de la veterana agricultora hidropónica, Carmen Ildefonso, y su hijo Héctor Pomales, experto en energía renovable, quienes luego de perder todas sus cosechas con el huracán María en 2017, decidieron implementar en Puerto Rico un método agrario infalible a las inclemencias del tiempo, el malgasto de recursos y las plagas tropicales.Dentro de un vagón de acero de 40 pies de largo, muy similar a los que ahora se usan para construir casas resistentes a huracanes, Ildefonso cosecha semanalmente lechuga y otras hortalizas de alta demanda en largas columnas hidropónicas que cuelgan del techo.Cada día, sin importar cuán fuerte arda el sol a las afueras del vagón, la agricultora se viste de mangas largas y se cubre el pelo antes de saludar a las casi 8,000 plantas que espera cosechar, sin falta, el próximo mes.Allí adentro, en la eterna sombra del sol, Ildefonso monitorea los niveles de riego y abono en el sistema automático de goteo que usa solo cinco galones de agua diarios. Además, le echa un vistazo a las miles de plantas que tiene germinando y que pronto sembrará, sin necesidad de tierra, en su finca-vagón.Gracias a las tecnologías que automáticamente controlan el riego, la iluminación y el clima del vagón, la veterana agricultora rara vez pasa más de cuatro horas diarias atendiendo sus plantas y empacando el producto final.Hace tres años, confesó Ildefonso, cuando todavía practicaba la hidroponía tradicional, sabía estar en su finca de 60,000 plantas, desde la salida del sol hasta su puesta, ajustando los niveles de abono a mano y velando que las plagas no se apoderaran de todas sus hortalizas antes de cosechar.Cuando El Nuevo Día le preguntó a la agricultora cómo se siente ahora, esta suspiró y rápido respondió que "los agricultores no quieren trabajar debajo del sol. Uno lo hace por necesidad, pero a muchos no les gusta trabajar bajo el sol".Esa razón, abundó, es la misma que ha atraído mucha gente joven a su proyecto."La tecnología ha sido bien fuerte para la gente joven que quiere sembrar pero no quiere coger sol. Se nos han acercado padres cuyos hijos se acaban de graduar de cuarto año y necesitan algo...

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