Desastre

MAYRA MONTERO

ESCRITORA

Con esto no necesitamos meteorólogos, climatólogos, ni personas entendidas en lluvias, pluviólogos creo. Tenemos al ingeniero Santiago, quien con sus argumentos sugiere que esta situación no volverá a ocurrir hasta dentro de muchas muchas décadas, y que Guaynabo no se volverá a inundar hasta el siglo que viene. Una tranquilidad.

Pero ya que este hombre está tan interesado en la climatología y la corteza terrestre, habría que preguntarle con qué permiso, por qué razón y para beneficiar a quién, se ha estado arrasando con árboles majestuosos y familias enteras de bambúes en amplios sectores de la carretera 173, que va de Guaynabo a Aguas Buenas, en la jurisdicción de Guaynabo.

Subiendo por allí, se puede apreciar el destrozo, pero hay un punto en particular, frente a la lechonera El Paso, donde, luego de arrasar y dejar el terreno pelado, han metido toda clase de máquinas, hincando el suelo y extrayendo toneladas de tierra que cargan en camiones. Dichos camiones dan como 50 viajes diariamente.

Según me informan, se supone que esa tierra se utiliza como relleno en algún punto de la PR 20, que es el expreso Martínez Nadal. De todas maneras, no queda claro para qué han arrasado con la vegetación a orillas de la 173, ni las consecuencias que eso podrá tener, tan pronto vuelva a llover intensamente, ya que la deforestación y la extracción de tierra siempre pasan factura a las comunidades adyacentes.

Ese tipo de transgresión ambiental a menudo la comete una persona o empresa a la que de pronto le molesta un grupo de árboles y, sin encomendarse a nadie, va y los derriba. En general, se detecta cuando el daño no tiene solución, y el castigo es muy leve. Los crímenes ambientales aquí son una guachafita. Ahora bien, si la masacre se ejecuta por órdenes de un gobierno municipal, con un alcalde que se ufana de ser muy poderoso, nadie, ninguna otra instancia de protección de los recursos naturales y del patrimonio del País, es capaz de preguntarle o cuestionarle nada. Mucho menos se toma nota de la violación. El municipio, con su jefe de Obras Públicas, pluviólogo por afición, su alcalde y un ejército de individuos in situ, que viven, pero que no residen, gozan de inmunidad ambiental y cortan lo que les da la gana.

Es necesario que por la carretera 173 se dé una vuelta algún funcionario con ganas de averiguar lo que está ocurriendo; que se den vuelta también los reporteros de la televisión y los de los periódicos. Quién arrasó y...

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