El desespero se apodera de los refugiados

CANÓVANAS.- Daisy Morel y Margarita Hernández se conocieron en un refugio. Coincidieron en un mismo espacio de forma preventiva, a principios de septiembre pasado, porque temían que sus casas sucumbieran ante el paso cercano del huracán Irma. Dos semanas después, el huracán María lo destruyó todo.

Ayer, al cumplirse cinco meses del azote de María, la ansiedad las colmaba. Al hablar, lloraban; y reiteradamente decían que su mayor anhelo es un “techo seguro”.

Morel y Hernández son dos de las 14 personas que siguen refugiadas en la escuela Eugenio María de Hostos, en este pueblo. Según el Departamento de la Vivienda, en Fajardo, quedan otros tres refugiados y uno en Vega Alta, para un total de 18.

“Pasar los días aquí es frustrante; nadie se acostumbra a esto. Tengo una depresión encima, que ni sueño me da. No duermo”, relató Morel, de 54 años y quien está en el refugio junto a su nieta Aylín Isabel Figueroa, de 7.

La niña no fue ayer a la escuela. Morel contó que “la guagua de Vivienda que me hace el favor de llevarla, no vino por la mañana (a recogerla)”. Mientras almorzaba “arroz, habichuelas y postre”, Aylín Isabel dejó claro su deseo: “Me quiero ir para donde vivía”.

Morel, entre lágrimas, afirmó que su nieta es su “motor de arranque, la que me mantiene en pie, aunque por dentro esté derrumbada y la ayuda sea escasa”. Relató que la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, en inglés) le negó asistencia “por un problema con un seguro de inundación”, y que ayer tendría una cita para ultimar el alquiler de una vivienda privada a través del programa Sección 8.

Hernández, de 72 años, tuvo una cita similar días atrás.

“Estoy esperando por la casa”, dijo la mujer a la que, relató, FEMA le dio $5,000 de asistencia. Ella apeló la decisión para recibir “un poquito más”.

“No tengo nada. Yo quiero irme ya del refugio. Estoy enferma; he estado en el hospital tres veces desde el huracán. No es fácil perderlo todo a mi edad. No tengo ánimo”, expuso Hernández, quien no tiene familiares en la isla y rechazó irse a Estados Unidos porque no puede “bregar con el frío”.

Durante la visita de El Nuevo Día, los demás refugiados de Canóvanas no estaban en el plantel que ya no se utiliza como...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR