Detecta las señales

croldan@elnuevodia.com

Año tras año, la lucha con las palabras lo desanimaba. Su esfuerzo, una y otra vez, resultaba en vano. Miguel llegó a la escuela superior pensando que tenía retardo mental. Eso le habían dicho en la escuela y de acuerdo a esa percepción lo abordaban. No fue hasta después de la evaluación apropiada de una patóloga del habla especializada en desórdenes de lectura y escritura que supo, a los 15 años, que la causa de sus tropiezos tenía un nombre: dislexia.

Como Miguel, un joven de la vida real que ocultó su verdadera identidad, miles de estudiantes arrastran durante años desórdenes de lectura y escritura. Su inteligencia es promedio o posiblemente superior, pero esas dificultades no atendidas a tiempo les traicionan. Tareas que tienen toda la capacidad de completar se vuelven engorrosas y complicadas. La frustración, a consecuencia, los desanima.

Pocas destrezas son tan vitales en la vida personal y profesional como la lectura y la escritura. Desde el placer de devorar un buen libro hasta la dicha de transformar en oraciones coherentes una idea, requieren un adecuado dominio del lenguaje. Aunque el conocimiento puede expresarse de múltiples maneras, no hay duda de que las palabras -cómo las entendemos y cómo las expresamos- ofrecen un mundo de posibilidades del cual nadie debería verse privado.

"Casi todas las actividades que realizamos involucran la lectura y la escritura. Si las dificultades en esas áreas no se trabajan a tiempo, ese niño o niña puede enfrentar muchas dificultades con todas las materias. Básicamente el problema es que no van a poder expresar bien las capacidades que tienen", señala María Sierra Ayala, profesora del Colegio de Educación de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico.

"Padecer de uno de estos desórdenes tiene implicaciones en el plano académico pero también puede afectar la autoestima", sostiene la también patóloga del habla especializada en niños. Pueden sufrir de baja autoestima pues muchas veces, debido a sus dificultades, son marginados. El potencial de estos niños erróneamente se subestima y si no se les provee asistencia a tiempo, como a Miguel, se ven impedidos de alcanzar las metas que pueden lograr.

Las señales de futuros problemas con la lectura o la escritura suelen aparecer muy temprano, pero según coinciden Sierra y la patóloga del habla Pilar Laboy, por varios motivos pueden pasar desapercibidos.

Ambas señalan...

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