Detective de lo antiguo

Por Lilliam Irizarry

Lilliam.Irizarry@gfrmedia.com

Solo que Cruz de Arrigoitia no es un actor que esclarece crímenes, sino un paleógrafo que descifra escritos de épocas pasadas, de los que extrae lo que dicen y a los que asigna una fecha y un lugar de origen. Como también es diplomatista, tiene la capacidad de determinar si los documentos son fidedignos o si son una copia.

"Si fascinante es poder leer este tipo de documentos, más fascinante y satisfactorio es enseñarle a los demás a leerlos. En el salón de clases, los muchachos se vuelven locos tratando de entenderlos", expresa el profesor universitario, de 60 años, en referencia a los símbolos, nexos, abreviaturas, trazos, ángulos, rasgos y adornos que usaban los escribanos de épocas pasadas y que imposibilitan que un ojo poco adiestrado pueda descifrarlos.

La primera vez que Cruz de Arrigoitia se enfrentó a uno de esos documentos, tardó mes y medio en poder leer una sola página. El esfuerzo fue tal que pensó abandonar el tema del siglo 16 que escogió para su tesis de maestría y que requería la lectura de más de 1,000 de aquellos folios llenos de lo que sus estudiantes de ahora llaman "jeroglíficos".

La dificultad residía en que Puerto Rico no tenía paleógrafos que pudieran transcribirle los documentos que necesitaba para su tesis. Además, ese castellano arcaico tiene más de 20 maneras diferentes y extrañas de escribir una misma letra, por lo que para poder descifrar un escrito, tenía que leer letra por letra, en lugar de palabra por palabra.

Confiesa que muchas veces usaba su intuición para adivinar las letras, pero luego las corroboraba con su mentora, la historiadora Aída Caro Acosta, quien por necesidad también había aprendido a leer y transcribir ese tipo de documentos.

"Cuando uno está enamorado de las cosas, uno busca la manera de hacerlas posibles. Al principio yo me enfrentaba al documento sin entender nada, pero todos los días insistía en enfrentarme a él. Hasta que un día empecé a hacer mi propio alfabeto de esas letras rebuscadas y extrañas", sostiene quien luego, mediante estudios formales en España, se convirtió en el primer y hasta ahora único paleógrafo oficial de toda la región del Caribe.

Durante los más de 20 años dedicados a la enseñanza de esta disciplina, el catedrático del recinto riopedrense de la Universidad de Puerto Rico ha logrado crear una escuela paleográfica, dar vitalidad a la documentación depositada en el Centro de Investigaciones Históricas (CIH) y...

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