El día amargo de Pablo Casellas

Maribel Hernández Pérez

maribel.hernandez@gfrmedia.com

Casellas Toro fue ingresado en la Cárcel Regional de Bayamón, mientras su papá, el juez federal Salvador Casellas hacía las gestiones para prestar la fianza de $ 4 millones que le impuso el juez Rafael Villafañe Riera, por cargos de asesinato en primer grado, violación a la Ley de Armas, destrucción de evidencia y dar información falsa a la Policía.

Tras el pago de la fianza, Casellas Toro fue liberado de la Cárcel Regional de Bayamón a eso de las 7:45 de la noche y cerca de media hora después llegaba a la residencia de su padre en Guaynabo, donde pernocta desde el 14 de julio, día en que se alega mató a su esposa, Carmen Paredes Cintrón.

La mujer de 46 años fue asesinada a balazos en su residencia de la urbanización Tierralta III, en Guaynabo. El cuerpo fue encontrado en la terraza de la casa sentado en una silla, con una pierna cruzada y como si estuviera leyendo el periódico.

Segundos después de bajarse de su auto, la prepotencia con la que el corredor de seguros de 48 años se desmontó de su vehículo, vestido con traje negro y con gafas oscuras, se derrumbó, cambiándose por un estado de confusión en el que era escoltado a pie por agentes del Cuerpo de Investigaciones Criminales (CIC) de la región de Bayamón y una vorágine de periodistas que a su paso le preguntaban sobre lo sucedido.

Casellas Toro, en esta ocasión, no acudió ante la justicia de la mano del juez Casellas, a quien no se vio hasta que entrada la tarde fue a pagar la fianza de $ 4 millones. Según fuentes, el pago se hizo con varios cheques de gerente.

El arresto de Casellas Toro fue inesperado también para los experimentados abogados Arturo Negrón García y Harry Padilla, quienes lo aguardaban en el interior de la Sala de Investigaciones el Tribunal de Bayamón y lucieron confundidos y molestos con la detención de su cliente.

Negrón García calificó el arresto como "completamente abusivo, irresponsable, y que no tiene un solo sentido que no sea abuso del poder", mientras que Padilla actuó destemplado al sostener un intercambio verbal con una periodista radial.

Tras ser ingresado en la celda del tribunal, cuando fue transportado a las Oficinas de Servicios con Antelación a Juicio (OSAJ) para evaluar su caso, Casellas Toro, ya sin las gafas oscuras ni la chaqueta, lucía desaliñado, sudado y con el rostro enrojecido.

Luego, cuando fue trasladado a la sala del juez Villafañe, a Casellas Toro se le preguntó si estaba tranquilo y...

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