Día a día de los niños con autismo

Por Ileana Delgado Castro

idelgado@elnuevodia.com

"Desde pequeño he tratado de estructurarlo todo alrededor de él. Trabajo con unos comandos; tengo tarjetas con dibujos pegadas en la paredes donde dice qué es lo que vamos a hacer durante el día. Cuando se levanta en la mañana debe coger la tarjeta de lavarse la boca e ir la baño. Cuando termina coge la tarjeta del desayuno, la pone en la mesa del comedor y se sienta a esperar que se le sirvan. Luego, si no es día de escuela, se hace la actividad que él quiera, como ver televisión, jugar en el patio o ver una película", cuenta Suemary, quien dice que ese método le ha dado buenos resultados.

Hoy, con 9 años, su hijo sigue muy bien sus instrucciones "y no da mucho trabajo". Aún así, Suemary dice que el niño "me consume todo el día". Y si necesita salir a alguna gestión personal, tiene que hacerla en el horario en que él está en la escuela o dormido. "Aunque mi mamá me ayuda en eso si hace falta", agrega.

Las actividades del diario vivir, de hecho, son bastante manejables. Por ejemplo, dice que el niño come de todo y sigue las instrucciones. Aunque hay una actividad que es la que más le molesta: recortarse el cabello.

"Antes había que recortarlo a tijera porque no toleraba la máquina, por la sensación, le causa estrés y lo incómoda. Pero según ha pasado el tiempo ha ido mermando", relata Suemary. Pero dice que a la barbería que va hay tres barberos que "se lo rifan" porque comoquiera da trabajo. "Lo tengo que llevar cuando el sitio esté más vacío y ellos estén menos ajorados. Hay que irlo preparando y ponerle muñequitos para que se deje recortar. Donde más trabajo da es con el cerquillo porque no tiene capacidad para quedarse tranquilo. Aún así, hemos logrado bastante", agrega Suemary.

Por Dentro quiso conocer cómo era el día a día de muchas madres que tienen niños con autismo, con tareas como recortarles el pelo, comer o bañarlos. Así que lanzamos la pregunta en la página de Facebook de El Nuevo Día y las respuestas fueron abrumadoras. Más de 100 personas contaron las experiencias que tenían a diario con sus hijos. A continuación, algunos de los testimonios posteados.

"Yo tengo un niño de 10 años, que antes no se dejaba recortar el cabello, gritaba horriblemente, temblaba y se babeaba. Ya se deja recortar gracias a Dios, con el tiempo ese temor desapareció. A la hora de bañarse odia que le laven el cabello, pero poco a poco eso también va desapareciendo. Estos niños son una dulzura, lástima...

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