EL DÍA QUE MURIÓ MAELO

Por Patricia Vargas Casiano.pvargas@elnuevodia.com

Como reportera del turno de la noche para la revista Vea, en ese entonces, fui destacada para cubrir la noticia junto al fotógrafo Frank Bataglia. El dispensario quedaba solo a un par de cuadras de las oficinas. La distancia se hizo eterna; solo pensar que tendría la noticia primero me robaba el aire.

Pensaba que de no ser grave su condición tendría la oportunidad de finalmente conocer en persona al salsero y, aún más, sería la primera en obtener una entrevista suya en medio de la noticia. Las preguntas se agolpaban en mi mente. En un momento así debía recoger su sentir, sus miedos y su alegría de estar vivo, porque no todos los días pasa uno tamaño susto. De todos era sabido que los salseros tenían buen sentido del humor y él era la voz de 'El charlatán', así que tenía eso a mi favor.

Pero igualmente revoloteaba en mi cabeza la idea de la muerte: ¿cómo enfrentaría a los familiares para que me hablaran en un momento tan doloroso?

Esa historia iba a ser mía.

Llegamos al dispensario y no había más prensa en el lugar. Euforia, esa fue mi primera reacción. Pero de inmediato me di cuenta que algo no andaba bien. Lo que se percibía era confusión, tensión y un lastimoso silencio.

Entonces se supo la noticia: Maelo había muerto. El cuerpo del hombre de 56 años llegó sin vida al dispensario, así lo certificó el doctor que lo recibió, de apellido Ortiz si mal no recuerdo.

Su hijo Carlitos Rivera y doña Margó Rivera García, su madre, con quienes vivía el llamado "Brujo de Borinquen" en la calle Calma de Villa Palmeras, lo habían llevado al dispensario luego de que el compositor sufriera un desmayo mientras veía televisión en la sala de la casa. Los detalles de lo que había sucedido comenzaban a aflorar.

Maelo llegó al dispensario acostado en el...

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