El día que nacen los presidentes

Por Jorge L. Pérez

jorge.perez@gfrmedia.com

"Juro solemnemente que ejerceré con fidelidad el cargo de presidente de Estados Unidos y hasta el límite de mi capacidad preservaré, protegeré y defenderé la Constitución de Estados Unidos".

Desde ese momento en adelante, comenzará formalmente su segundo término de cuatro años como presidente al haber "tomado posesión".

Parece algo sencillo pero, naturalmente, es mucho más complejo -y tiene un historial más enrevesado- de lo que podría creerse a primera vista.

Para empezar, la vigésima enmienda a la Constitución de Estados Unidos -aprobada en febrero de 1933- estableció que tanto el presidente como el vicepresidente cesen en sus cargos al mediodía del 20 de enero siguiente a las elecciones generales.

Y también estipula que ellos mismos o sus sucesores juren entonces para asumir el mandato durante los próximos cuatro años.

En caso de que ese día cayera en domingo -como ocurre en esta ocasión-, de todos modos la juramentación oficial se llevará a cabo el 20 de enero en una ceremonia privada, aunque luego se repita el día 21 en la ceremonia pública.

El primer presidente electo en juramentar bajo estos términos lo fue Franklin Delano Roosevelt el 20 de enero de 1937, y se ha seguido al pie de la letra con la excepción de los presidentes que han tenido que juramentar al cargo en medio de un cuatrienio, ya sea por haber muerto el presidente (como ocurrió con Roosevelt o John F. Kennedy, por ejemplo) o, en el caso de Gerald Ford, por la renuncia de Richard M. Nixon.

Antes de la enmienda, y desde la presidencia de George Washington, la fecha clave era el 4 de marzo, seleccionada por haber sido esa la fecha de 1778 en que entró en vigor la Constitución de Estados Unidos.

¿Por qué el cambio de fecha?

Pues, porque ya para los primeros años del siglo XX los legisladores norteamericanos empezaron a darse cuenta de que, celebrándose las elecciones en la primera semana de noviembre, dejar correr cuatro meses con un gobierno que está apagando los motores -lo que los norteamericanos llaman lame duck- era demasiado arriesgado en una época moderna en la que los sucesos corren mucho más rápido.

Ha habido inauguraciones presidenciales que han tenido un dramatismo especial, más allá del mero acto protocolario.

Una de ellas fue la juramentación del vicepresidente Lyndon B. Johnson a bordo del avión presidencial Air Force One, en Dallas, justo antes de partir de regreso a Washington poco después del asesinato de John F...

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