Diario de una joven rebelde

Por Carmen Dolores Hernández

Encontramos a Maya a los veinte años, refugiada en Chiloé, archipiélago al sur de Chile, donde la existencia es primitiva y aislada (aunque conectada ya por la tecnología, según cuenta ella). Sus escritos describen una vida corta en años pero larga en experiencias extremas, que se tuerce tras una niñez feliz en Berkeley, al amparo de una abuela chilena y el esposo de esta, un astrónomo afroamericano (su padre, piloto, estaba ausente y su madre, danesa, la abandonó).

Un reformatorio en Oregon y una fuga la llevan a Las Vegas, protegida por un criminal profesional, traficante de drogas y cómplice de un falsificador. Se va sumiendo entonces en un mundo oscuro de delincuentes y viciosos. Ella misma, tras el asesinato de su "protector", Brandon Leeman, llega al colmo de la degradación: drogas, prostitución, deambulación por las calles. El conocimiento de un secreto valioso para las mafias y para el FBI la convierten, encima, en perseguida. Chiloé es un refugio salvador: allí se reinserta en una sociedad sana, aunque atrasada, y encuentra el calor de otra "familia" formada por Manuel Arias, sociólogo retirado, víctima de la dictadura de Pinochet, y sus amistades. Se vincula con las dinámicas de una sociedad que, para subsistir en condiciones extremas, practica la solidaridad.

Tras un comienzo lento...

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