La dictadura del silencio

JUAN MANUEL DELGADO

HISTORIADOR Y PROFESOR UNIVERSITARIO

Desde el dos de enero, día en que por primera vez un gobernador entregó su cargo a otro que parecía su clon, la patria se transmutó en la tierra de la censura y el silencio. De la noche a la mañana todo lo malo se transformó en bueno. Con el más crudo de los cinismos, cada acción se justificaba utilizando las mismas palabras que le habían criticado y censurado al gobernador anterior. Y en ese ambiente hemos podido percibir la censura que tradicionalmente funciona en nuestro sistema colonial, aunque también la autocensura que se han impuesto muchas personalidades y organizaciones. La autocensura es la peor de todas las censuras. Cuando ambas coexisten, se instaura la dictadura del silencio.

Nos ha dolido el silencio de muchos de los que siempre hablaban y protestaban en nombre del pueblo, sobre todo en los momentos en que el actual gobierno legisla en contra de los intereses del pueblo. Atrás quedaron las marchas multitudinarias, los encadenados frente a los portones de La Fortaleza y las intentonas de tomar, con mucha razón, la Legislatura colonial. Atrás quedó la prisa y la urgencia de finalizar la negociación de un convenio; atrás quedó el grito de "habla, pueblo, habla" y la rebeldía del nacionalismo electoral de Carmen Yulín. Atrás quedaron las expresiones de un bardo urbano que con voz ofensiva aludía a la progenitora del gobernador. Atrás quedó la odisea del ciudadano anónimo que en...

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