A diestra y siniestra

EDGARDO RODRÍGUEZ JULIÁ

ESCRITOR

Estamos en estado de sitio, casi siempre de guerra, atravesamos en nuestro diario vivir un campo minado y aun así pretendemos que no hayan pasado sesenta años desde que intentamos ser magnánimos, y justicieros.

En la corte federal, que por lo visto va cobrando visos de convertirse en el único estado (gobierno) viable para este país, el derecho a la fianza está condicionado. En asesinatos particularmente horrendos y viciosos, perpetrados con saña e indiferencia hacia la vida del prójimo, como lo son las muertes que resultan de secuestros de automóviles o invasiones del hogar, ese derecho a la fianza está restringido severamente. Recientemente vimos cómo una evidencia mal obtenida -en un caso obviamente llevado de prisa, más que sonado porque tenía señas de "lucha de clases"- un inocente fue a la cárcel por una semana. Mejor un estado que se equivoca a veces que el desgobierno nuestro de cada día. Si no se aprueba la enmienda constitucional al derecho a la fianza, nos corremos el riesgo de que nuestro precario orden público se identifique únicamente con la corte federal.

Ahora bien, en las cortes estatales tampoco existe un derecho absoluto a la fianza. En asesinatos horrendos y gratuitos -"le zumbé por verlo saltar"-, el de los muchachos que le sacaron el dedo a toda una sociedad, ese derecho estuvo claramente denegado.

Si en Puerto Rico la fianza media para asesinatos es sobre el medio millón de dólares, un muchacho pobre acusado de uno de esos crímenes va automáticamente a la cárcel. Decir que la fianza es para los pobres es una soberana hipocresía, y en esto coincido con Alejandro García Padilla.

Si queremos hacer justicia social con el derecho a la fianza -asunto sumamente arriesgado en la sociedad actual- que se retenga el derecho a la fianza, para todos esos "pobres" acusados de crímenes horrendos, mediante un ajuste de ésta a los bienes del acusado y su familia. Algún abogado me dirá que eso no es justo con la clase alta y media, que eso es discriminatorio e inconstitucional.

Votaré que sí en el referéndum sobre el derecho a la fianza. La constitución tiene que atemperarse a los tiempos en que vivimos, ésta no es un instrumento de justicia social sino de ambiciones, desiderátum y ordenamiento del estado, palabra ésta que identificamos siempre con esa anexión ya casi cumplida en la vigilancia del orden público.

En 1952...

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