Una deuda pública difícil de manejar

Por Ricardo Cortés Chico

rcortes@elnuevodia.com

La camisa de fuerza bajo la cual están las agencias, las corporaciones públicas y los municipios, es similar a la que tiene una familia que ha hipotecado tantas veces la casa y ha usado tanto la tarjeta de crédito que ya no tiene forma de pagar la deuda si no acude a recortar gastos de comida, agua, luz y teléfono. Estos recortes en una estructura gubernamental se traducen en achicar los servicios que se ofrecen.

"Lo esencial es entender que Puerto Rico será una economía muy distinta luego del 2013. Será más pequeña y será una en que el crecimiento será lento. Eso no quiere decir que no podremos afrontar los problemas sociales, sino que lo tendremos que hacer de manera muy distinta a como lo hemos hecho hasta ahora y con mucha más imaginación que tan solo aumentar la deuda", explicó el economista José Joaquín Villamil.

Para un individuo, una corporación o, inclusive, para una ciudad, la solución podría ser declararse en quiebra. Eso detendría un poco a los acreedores y le daría al gobierno la flexibilidad de reestructurar sus fianzas mientras opera con cierta normalidad. Pero los gobiernos estatales no tienen esa opción. Las leyes no se lo permiten. Además, la Constitución de Puerto Rico da una altísima prioridad al pago de la deuda pública. Es decir, no hay forma legal que permita escapar de la deuda aunque sea de forma temporera. Las responsabilidades con los acreedores prestatarios del gobierno se deben cumplir antes que el mismo pago de la pensión de los retirados del gobierno.

"Se ha hablado de que Puerto Rico está en quiebra, pero declararse en quiebra no es una opción. No tiene esa capacidad legal. No es una alternativa disponible. El problema ha sido que, por décadas, se ha vivido endeudando las generaciones futuras y esto ya se acabó. No es posible", explicó el economista Ramón Cao.

Cuando habla de décadas, se refiere a prácticamente todos los gobiernos a partir de la administración de Roberto Sánchez Vilella (1965-1968). Según Cao, esa fue la última administración que pudo cerrar sus presupuestos con sobrantes de manera recurrente.

Desde entonces, la práctica, en mayor o menor grado, ha sido tomar dinero prestado para cubrir los gastos ordinarios. Es decir, los ingresos de las futuras generaciones se comprometieron para pagar lo que en ese momento se entendía como inmediato, dijo Cao.

Los gobiernos, para manejar su deuda, han optado por renegociar los términos de pago. Para eso se...

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