Diferidos

Sergio Gutiérrez Negrón

Nadie hablará por un momento. Entonces, una mano: ¿cualifico si mis papás me obligaron a volver a México hace dos años, a pesar de que nunca había estado desde que tenía uno? La respuesta en negativa. Otra mano: ¿quién me garantiza que no me echarán del país una vez tengan mi información? Siempre existirá ese riesgo, dirá la licenciada.

Acto seguido, un mar de brazos apuntando al techo de halógeno, el diluvio de preguntas. No me esperaba esa reacción: esa conciencia propia de los límites legales de su cotidianidad, ese abrazo a la oportunidad de ventilar hasta las más mínimas dudas, de explorar hasta dónde podían empujar.

DACA se trata de aplazar, dirá la licenciada, no de solucionar. Aclarará que es una orden presidencial, no una ley. Es cuestión de ganar tiempo, de posponer esa amenaza que siempre está ya en el horizonte. No hay que aclarar cuál es la acción a ser diferida. Todos ellos la saben.

Seguirán la frustración y los testimonios. Algunos dirán que han recibido ya el permiso, y aplausos. Otros denunciarán allí a la madre que le reveló su estatus, a los 17. Ventilarán la frustración ante la posibilidad de ser...

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