Difícil no perder la fe...

Sorpresa, incredulidad, lamento... No importa a quién se le pregunte sobre el arresto de Ramón Orta, secretario del Departamento de Recreación y Deportes (DRD) bajo la administración del pasado gobernador, Alejandro García Padilla, las reacciones parecen compartir un mismo sentido de asombro.

“De la última persona que hubiese esperado algo así”. “Siempre me pareció alguien serio”. “De verdad que es difícil de creer”. Estas son algunas de las frases que he escuchado de personas que conocen o trabajaron con Orta, arrestado el miércoles pasado junto a otras seis personas como parte de una investigación por un millonario esquema de fraude con fondos federales que suma $10 millones.

No conozco a Orta más allá de su rol público. Sé que es natural de Patillas. Que fue nadador y que ocupó puestos en el Gobierno y el Comité Olímpico (Copur), casi siempre como subalterno del pasado candidato a la gobernación por el PPD, David Bernier. Le asiste como a todo acusado la presunción de inocencia y la Fiscalía federal tendrá que probar el caso en su contra. Pero su arresto no podía llegar en peor momento.

La semana pasada escribía en este espacio que la participación de nuestros atletas en los principales eventos del ciclo olímpico corría peligro ante los dramáticos recortes propuestos al presupuesto del DRD, de donde salen muchas de las partidas que recibe el Copur. Que en este contexto salga a relucir el alegado traqueteo con fondos públicos que se gestaba desde el DRD con Orta como uno de los supuestos cabecillas, es un mazazo difícil de sacudir.

Si en efecto...

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