La dimensión desconocida

SILVERIO PÉREZ

HUMORISTA

El país sabe de las pasadas obsesiones de Norma. La presidencia del Senado se le escapó en dos ocasiones en virtud de las movidas de Kenneth McClintock en una ocasión y de Tomás Rivera Schatz en la otra. El machismo azul la marginó de esa importante silla.

Entonces pensó en San Juan y todo el mundo sabe que estuvo a ley de nada para lanzar su candidatura. Pero Jorge Santini se adueñó de ese territorio y, aunque se mantiene atento a ese cruce entre las calles San José y Fortaleza y no se le ha quitado el deseo de tomar a la derecha y ubicarse en la mansión que queda al final de la misma, sabe que es mejor pájaro en mano que ciento volando y no le ha dado la más mínima oportunidad a la Burgos.

Así las cosas, ante la muerte de Willie Miranda Marín, el líder soberanista que dio cátedra de cómo se puede transformar una ciudad en un proyecto de país, a Norma le entraron unos deseos inusitados de ser criolla.

Se visualiza trepada en la fuente del Portal Norte de la ciudad convertida en la taína que allí se baña llueva, truene o ventee. En su mente corre por el Jardín Botánico y se extasía en la Casa Jíbara escuchando décimas en un seis cagüeño. Sueña con caminar, como hacía Willie, con amigos con los que tiene proyectos que compartir por la ruta del Corazón Criollo. Es más, últimamente se le ha visto más beata que Carlos Manuel Rodríguez.

Ante ese criollismo que se le ha metido por cada poro de su cuerpo no pudo hacer menos que lanzarse como candidata a la alcaldía de Caguas para retar a Willito, el hijo de Willie.

A Héctor le ha pasado algo parecido. Su entrenamiento como Iron Man, un tipo de atleta que hace un triatlón que consta de 140.6 millas en total, dividido en 2.4 millas en natación, 112 en bicicleta y 26 millas corriendo, todo en menos de 17...

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