¡Ay, Dios!

Rafael Acevedo

Pero es que así funciona el sistema. Lo que pasa es que no siempre hay derramamiento de sangre. Sin embargo, ¿no se elimina al competidor? ¿No se convierte al que quiere cambios en el enemigo? ¿Acaso no se le criminaliza? Éste es uno de esos lugares en los que desde el inicio de tu protesta eres culpable para que puedas ser juzgado.

Ay, Dios. Es que no hay corruptos en el sistema, es un sistema corrupto.

Hay que creer. No es que vaya ahora a construir dioses de plata, ni dioses de oro. Ni siquiera pienso en un altar de tierra en Lares para sacrificar sobre él holocaustos y ofrendas de paz. Mucho menos inmolar ovejas y vacas. Sé que en todo lugar donde yo hiciere la memoria del nombre de Dios, Él (¿y si fuera Ella?) no tendría que venir a bendecirme y a ayudar como el Chapulín Colorado.

En lo que creo es que la caridad no es suficiente. ¿Cómo creer en la caridad de los bancos...

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