Con Dios y Loíza En el corazón

Por Carlos Rosa Rosa

crosa@elnuevodia.com

Se ajustaba a un nuevo ambiente, a una nueva cultura.

"Nunca voy a olvidar la primera vez que mi mamá se fue a trabajar y me dejó con mi tía Fermina. Me da el almuerzo y yo -que vengo de comer spaghettis y hot dogs- miro aquel plato en la mesa con una torta amarilla y un pote de agua clara. Ese era el almuerzo y empecé a llorar. Era una arepa con agua de azúcar. No había nada más y me lo comí", recordó el dirigente de los Piratas de Quebradillas acerca de sus primeras experiencias en la Isla.

Calcaño venía de jugar baloncesto en Nueva York. En Loíza no existían programas de baloncesto. Así que se trasladó a Canóvanas y a Fajardo para desarrollarse. Jugaba en el perímetro y era atlético.

En el 1971, con 18 años, cumplió una de sus primeras metas: firmó en el Baloncesto Superior Nacional (BSN) con los Criollos de Caguas.

"Recuerdo que tomaba un carro público de Loíza a Río Piedras, y otro de Río Piedras a Caguas. Llegaba a la Plaza Pública de Caguas y llegaba a pie al lugar de la práctica", contó.

Jugó un total de 14 temporadas, pasando también por Fajardo, Canóvanas, Ponce, Río Piedras y Carolina, acumulando 2,889 puntos (7.8), 832 rebotes (2.2) y 705 asistencias (1.9) en 371 partidos jugados.

Se retiró como jugador en el 1984 y emprendió una carrera como asistente, luego de trabajar en las categorías menores en Canóvanas. Raymond Dalmau le permitió acompañarlo en Ponce a finales de la década de los 80 y en Arecibo, donde reemplazó al propio Dalmau en 1991.

A partir de ese momento, Calcaño estableció su carrera como mentor al tomar las riendas de las franquicias de Fajardo, Aibonito, Bayamón, Mayagüez, Humacao y ahora los Piratas.

El también dirigente de baloncesto en St. Francis School, en Carolina, está en su segunda aparición en la serie final, cuando acaba de ser escogido como Dirigente del Año por segunda vez en su carrera. Calcaño, a su vez, logró un subcampeonato con Bayamón en el 2001.

Con 60 años, el esposo y padre de tres hijas no solo busca su primer cetro como técnico, sino que también trata de finalizar una sequía de 34 años sin títulos en la ciudad pirata.

El Nuevo Día entrevistó al galardonado piloto en su residencia en Loíza, un humilde apartamento aledaño a la costa de este municipio.

END: ¿Cuánto ha cambiado Loíza desde tu llegada hace 47 años?

CC: "Loíza es un paraíso... muy pintoresco. Antes era un pueblo de más tradición. Antes no pasaban autos por aquí, pero sufrió una...

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