Diversión y solemnidad

Hawai

Este paradisiaco archipiélago de islas tropicales conocido como Hawai está integrado por sobre 130 islas diseminadas por el Océano Pacífico. Entre las islas mayores están Hawai (The Big Island), Maui, Lanai y Oahu, donde está su capital Honolulú. Su localización tan remota hace de este hermoso destino uno de los lugares más distantes de continente alguno. Está separada por 2,551 millas del oeste de Estados Unidos y 6,700 millas de Chile, Suramérica. Por consiguiente, los hawaianos reconocen que los visitantes han hecho una larga travesía antes de llegar hasta su amada tierra.

La hospitalidad comienza en el aeropuerto. Tan pronto salimos del avión, nos recibieron con música típica mientras unas encantadoras bailarinas nos colocaban el conocido "lei" o collar formado por aromáticos pétalos de flores. Por doquier se oían los aloha o ¡bienvenidos! que nos expresaban con amplias sonrisas. Así, con música y alegres bailes nos escoltaron hasta recoger las maletas, el festivo recibimiento fue muy gratificante luego del largo recorrido desde Puerto Rico de casi 20 horas entre vuelos y esperas.

Con el colorido, "lei" en cuello y maletas en mano, tomamos un taxi y en menos de 20 minutos llegamos al hotel. En el trayecto el amable taxista nos ofreció valiosa información turística. Nos hospedamos en el hotel Hilton Hawaiian Village por su excelente ubicación junto a la famosa playa de Waikiki. Allí en recepción también nos recibieron con un alegre "Aloha, welcome to paradise", le contesté aloha, que además, significa gracias.

No perdimos un minuto, tan pronto llegamos, como era por la tarde, caminamos por la playa que estaba repleta de turistas. Mar adentro se podían observar decenas de surfers que disfrutaban las enormes y bien formadas olas. Al anochecer el ambiente playero se tranformó en uno romántico y colorido. Los hoteles con frente a la playa suelen colocar mesas y sillas, convirtiendo la misma en un restaurante infinito frente al cielo multicolor y el horizonte del Pacífico. Noté que para muchos locales y turistas ese momento era uno de contemplación y silencio, casi una experiencia espiritual y reverente.

Al día siguiente tomamos un paseo en catamarán en la misma playa de Waikiki. Nos proveyeron meriendas y el equipo para nadar y disfrutarnos la variada vida submarina. Luego, tomamos una excursión para circunvalar la isla. En el recorrido nos detuvimos en lugares escénicos, acantilados, bosques y playas hermosas de arena blanca y otras...

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