Doble hazaña para Palillo

Por Jorge L. Pérez

Jorge.perez@gfrmedia.com

Con solo hacer eso, el lanzador derecho nativo de Juana Díaz hizo historia: se convirtió en el primer latinoamericano (y, por consiguiente, en el primer boricua) en abrir el primer partido de una Serie Mundial.

(Eduardo Figueroa, con los Yankees en 1978, ha sido el único otro boricua que ha alcanzado ese honor).

Era toda una hazaña para un lanzador de 26 años que en su niñez era tan flaco que se había ganado el mote que le acompañaría toda la vida, aunque, al contrario de otros peloteros de la época, su juventud no transcurrió en la extrema pobreza: su padre era dueño de un colmado en Juana Díaz y el propio Palillo estudiaba su primer año en la Universidad Católica de Ponce cuando los entonces Atléticos de Kansas City le firmaron por un bono de $ 15,000 en 1957.

Con Kansas City debutó en las Mayores en 1964, pero el equipo, a la sazón un eterno sotanero, se pasó bajándolo y subiendo de las Menores hasta que a fines de 1965 decidió vender su contrato a los Medias Rojas.

No obstante, Palillo nunca lamentaría haber jugado allí: en Kansas City conoció a su esposa, Edna, con quien ahora lleva 48 años de casado.

"En el mismo edificio donde nos quedábamos algunos peloteros se quedaban también algunas muchachas que estudiaban en una escuela de aeromozas que había allí", recordó recientemente. "Un día la vi en el ascensor y como la vi rubia y de ojos claros, le hablé en inglés... y resultó que aunque se había criado en Nueva York, era de Villalba".

Con Boston, Santiago fue mayormente un lanzador de relevo, incluso en aquella temporada de 1967. A fines de esa campaña, sin embargo, fue colocado en la rotación y terminó con una marca de 12-4, ayudando en grande al equipo al completar con 5-0 el mes de septiembre.

Aun así, bien es verdad que, bajo circunstancias normales, Palillo no hubiese abierto ese primer juego contra San Luis: el mejor lanzador de Boston ese año, merecedor del Cy Young, lo fue Jim Lonborg, ganador de 22 partidos, pero Lonborg había tenido que lanzar el último día de la temporada regular, cuando Boston derrotó a Minnesota para asegurar el banderín.

No obstante, la hazaña de Palillo no se limitó a abrir el partido: lo que hizo en el juego, que el jueves cumple 45 años, también fue meritorio: se enfrascó en un duelo mano a mano con Bob Gibson, el futuro miembro del Salón de la Fama, e incluso fue el responsable directo de la única carrera de su equipo, al atizar un cuadrangular en su primer...

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