Docena

Yara Liceaga

Sin saber a ciencia cierta la combinatoria de sabores un pacto de harina, levadura, sal, aceite y azúcar los mantendrá enganchados a las doce aparatitas que serán el postre a destiempo.

Y de golosina en golosina se anestesia la mirada que lleva rumbo a la indiferencia que manifiesta el ciudadano común.

Familias enteras con miembros que van desde los 24 meses de nacidos hasta los noventa y tantos años depositados en sillas de ruedas, hombres y mujeres, adolescentes y hasta mascotas compran de docena en docena lentamente los bocados que derriten la resistencia al bienestar físico, muy a propósito de una nutrición desbalanceada.

Es delicioso perderse en el sabor por un instante de dientes, que el momento endulce la corrosión de los alrededores y el subidón de energía se nos vuelva el espejismo orgánico que nos domina por segundos. ¿A quién le importan el peso o la diabetes con un horario tan conveniente? Así dos y tres docenas por persona van despachando el resultado que...

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