El dolor de las zonas grises

ANGIE VÁZQUEZ

PSICÓLOGA CLÍNICA Y SOCIAL COMUNITARIA, PROFESORA UNIVERSITARIA

¿Cómo determinar los parámetros justos y correctos sobre la vida y la muerte desde la perspectiva del paciente, sus familiares, el equipo médico, el estado y la sociedad? ¿Cómo diferenciar la vida de la muerte para establecer si una persona ha fallecido o no? ¿Cómo puede aplicarse el conocimiento científico para ayudar a las personas cuando enfrentan la muerte en el momento más crucial de su vida consciente? Estas preguntas representan una fracción de muchos de los sustanciales cuestionamientos y dilemas éticos-legales-científicos que arrastramos.

En temas escabrosos, como en la muerte, hay que ser sensibles al dolor pero adheridos a la verdad. Sabemos que vamos a morir pero nos negamos a aceptarlo. Esto es un hecho comprobado por muchos investigadores sociales en el estudio de las actitudes ante la muerte. El problema se agudiza, particularmente, cuando el diagnóstico tiene que ver con estados ambiguos como la coma y la muerte cerebral.

Los tristes fallecimientos por muerte cerebral de Karla Michelle, Jeffrey Alexander y ahora el Macho Camacho nos dan esperanzas de que surja algo positivo para el bien de otros que puedan pasar por lo mismo en tiempos futuros. Si algo bueno puede nacer de este debate público es precisamente la necesidad de establecer un protocolo estandarizado que iguale las condiciones de manejo en tan tristes y ambiguas circunstancias.

Esa es la tarea pendiente para el personal médico-legal. Los medios de comunicación, de otra parte, también tienen un asunto pendiente. Deben contribuir a educar, no a confundir. Dos expertos médicos fueron entrevistados en aparentes posiciones encontradas que propiciaron un debate público. Uno de los médicos, motivado por la caridad y la pena, ofreció dos discursos confusos. De una parte decía que Camacho estaba muerto y de otra parte exhortaba a rezar por un milagro. El otro dijo, tajantemente, que Camacho estaba muerto y que debía ser desconectado por orden y gestión médica. La solución, piensa una, se halla en el punto medio entre ambos.

Habiendo agotado todo posible recurso de estabilización y salvación de la persona, pero...

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