Entre dos aguas

Por Juanma Fernández-París

Especial El Nuevo Día

Dos de los mejores recursos de este cineasta es siempre darse la tarea de crear personajes multidimensionales en su humanidad y tener un sentido prodigioso para parlamentos sagaces e inteligentes que elevan la cuota de originalidad de la producción. En éste, tanto Matt Damon como Scarlett Johansson tienen la oportunidad de sacarle provecho al diálogo de un guión de Crowe.

Sin embargo, la adaptación del libro de Benjamin Mee le da una tropa de personajes secundarios unidimensionales, algo que jamás se había manifestado en su filmografía. Afortunadamente, los personajes centrales son lo suficientemente interesantes como para amarrar al espectador a un drama que se disfraza de comedia para manejar un torrente de emociones que otro director y un elenco menos capaz le habrían dado la profundidad dramática de un mensaje de condolencia en una tarjeta Hallmark.

Aunque el título del filme parece resumir la trama del filme en cuatro palabras, los sucesos que llevan a Benjamin Mee (Damon) a mudarse con sus dos hijos a un zoológico resulta importante para la efectividad del filme. La película comienza apenas seis meses después que Mee ha perdido a su esposa por una enfermedad terminal. La hija menor parece estar adaptándose bien al cambio, pero el adolescente ha desarrollado un comportamiento hostil por el que lo suspenden de su escuela. Este suceso es lo que lleva a buscar un cambio de residencia y culmina con una decisión impulsiva que los deja como propietarios de un zoológico que está a punto de cerrar permanentemente. Durante el proceso de rescatar el zoológico, la familia Mee...

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