Dos parejas, un sueño y muchos vinos

Por Paco Villón

Especial El Nuevo Día

Decidí hacer una cata a ciegas; creo que de ocho buenos vinos, cuatro californianos y cuatro borgoñas; dos blancos y dos tintos de cada región. La sorpresa fue grande cuando el vino favorito fue un Patz y Hall de Sonoma, no recuerdo si blanco o tinto, pero casi todo el mundo pensó que era un Borgoña.

Hace pocos días, en otra actividad de los Chevaliers en el restaurante L'Atelier, llevé una botella de un Patz y Hall Chardonnay Hyde Vineyard, que no engañó a todo el mundo, pero sí a todos les encantó.

Esos vinos, que comenzó a importar en Puerto Rico Cadierno y Cia., los siguió trayendo V. Suárez y siempre me han parecido muy buenos. Además, no son demasiado caros (para los actuales estándares de Caifornia). Por eso, cuando el amigo Edwin Alfonzo, de V. Suárez me invitó a un 'press lunch' con Don Patz, uno de los socios de las bodegas, acepté sin pensarlo dos veces.

James Hall, otro socio, aprendió a beber vino con su padre, un profesor inglés y a apreciar los mejores en sus viajes por Europa. En la Universidad de California conoció a la que sería su esposa y socia en su futuro negocio y terminó graduándose de enología y viticultura en la Universiad de California en Davis y trabajando en algunas bodegas californianas.

Don Patz, no estudió enología, sino biología en Oregon, pero al igual que Hall viajó, leyó y probó cuanto vino podía, hasta que comenzó a trabajar en Santa Rosa en una compañía mayorista de vinos y licores. En 1985 se fue a trabajar con la prestigiosa bodega californiana Flora Spring, donde conoció a los Hall, se hicieron amigos y en 1988 los cuatro fundaron PatzyHall.

Patz es alto, grueso y con melena blanca-rubia-gris. Es un buen conversador que tiene la ventaja de estar bien familiarizado con el aspecto comercial y con la parte de producción por su formación como biólogo.

La bodega se comenzó con muy poco dinero, al punto que las primeras uvas se las fiaron y por varios años Patz trabajaba 'part-time' en otros negocios. El primer año produjeron 800 cajas de Chardonnay, fermentadas en barrica en la forma clásica borgoñona; actualmente tienen más espacio, en un edificio arrendado por muchos años, donde fermentan, añejan y embotellan.

La filosofía de ellos es simple: buscar los mejores cosecheros, establecer con ellos negocios a largo plazo para comprarles uvas de ciertas parcelas y pagos. Ellos no son dueños de tierras, ni siembran uvas.

"Nosotros somos dueños de la maquinaria y de nuestra...

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