Dos veces colonial

FERNANDO MARTÍN

VICEPRESIDENTE DEL PARTIDO INDEPENDENTISTA PUERTORRIQUEÑO

Su esencia colonial radica, por supuesto, en el carácter recortado y precario de su autoridad. El campo lo ocupa el Congreso y lo puede ampliar y extender a su antojo.

Nuestra Legislatura puede legislar sobre aquello que el Congreso autorice, hasta el grado que el Congreso lo autorice, y mientras la autorización no sea retirada.

Resulta obvio que esta dimensión colonial de nuestra Legislatura tiene sólo una solución democrática y digna que es la independencia de Puerto Rico. Sólo así podrá ser depositaria del poder legislativo pleno de una nación soberana.

Pero nuestra Legislatura es colonial también en otro sentido que debe ser objeto de profunda reforma, aun dentro de las evidentes limitaciones del actual régimen. A lo largo de los años el PIP ha denunciado estas deficiencias y ha propuesto las enmiendas constitucionales necesarias para corregirlas. En estos temas es que debe concentrarse el debate, puesto que no se requiere lograr un consenso sobre el tema del status político para poder atenderlos.

No es de extrañar que en ningún estado de Estados Unidos el gobernador tenga más poder dentro de su jurisdicción que el que tiene el gobernador de Puerto Rico.

La explicación radica en nuestra historia colonial. La figura del gobernador todopoderoso fue el resultado de las leyes orgánicas que diseñaron la posición para un gobernador colonial americano nombrado por el presidente. La Legislatura y los municipios naturalmente habrían de ser instituciones débiles y dependientes del Ejecutivo omnímodo para asegurarse que los "nativos" se mantuvieran en su lugar.

Cuando se trasladó la figura del gobernador y de la Legislatura a la constitución de 1952, Luis Muñoz Marín se aseguró que se conservara -y aun se fortaleciera- la autoridad del gobernador, y se mantuviera débil y raquítico el poder de la Legislatura. He ahí gran parte de la explicación de por qué la Constitución mantuvo un bicameralismo absurdo y sin sentido para Puerto Rico. El enorme dominio electoral del PPD de entonces también explica un sistema representativo donde la mayoría resultaba siempre sobre-representada y las minorías, sub-representadas. El sistema permitía -y permite- que el partido principal, obteniendo hasta menos del 50% de los votos, pudiera ocupar dos terceras partes de los escaños.

Cualquier esfuerzo serio por reformar la arquitectura constitucional tiene que partir del...

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