Dudando sobre endeudarse

Recientemente, Tertius du Toit, de Sudáfrica, me escribió con la siguiente pregunta: “En tu primer libro, describes la difícil decisión que tuviste que tomar después de haber abierto Virgin a la bolsa. De nuevo la hiciste una empresa privada, y así terminaste acumulando una montaña de deudas. ¿Cómo tomaste esa decisión?”

A lo largo de mi vida laboral, he enfrentado varios momentos en los que he tenido que respirar hondo y tomar decisiones fuertes (y a veces valientes). Lo mismo pasa con la mayoría de los empresarios. Cuando estás arrancando un negocio o batallando durante los primeros días de una compañía, no hay mucho efectivo, hay poco tiempo y parece que se apilan las probabilidades en tu contra.

A finales de los años 80, solo unos pocos años después de que habíamos abierto el Virgin Group a la bolsa, mi equipo y yo estábamos considerando hacer la empresa privada de nuevo. Sentía que nuestro negocio —y, más en general, las oportunidades de expansión de la marca— quedarían limitadas si no lo hacíamos de nuevo privado.

Dirigir una compañía privada le da al empresario mucho control, sobre todo en cuanto a decisiones a largo plazo. Yo siempre he disfrutado tener ese tipo de libertad. Si Virgin hubiera seguido cotizando en bolsa, yo habría tenido que batallar para convencer a los accionistas de que tenía sentido que un “magnate de la música” lanzara, por ejemplo, una aerolínea (lo cual ha demostrado ser una de las decisiones más importantes que jamás haya tomado), o incluso una empresa de naves espaciales.

Unos años antes, me habían convencido de que vender acciones nos daría acceso a nuevo capital para expandirnos, y que seríamos capaces de hacer crecer internacionalmente al Virgin Group, e incursionar a más áreas de la música y el entretenimiento. Sin embargo, la realidad resultó ser muy distinta y, después del desplome de la bolsa en 1987, nos dimos cuenta de que nuestras oportunidades de expansión seguramente quedarían muy limitadas.

Así que analizamos nuestras opciones, y decidimos que el mejor camino para asegurar el futuro de Virgin sería endeudarnos de nuevo y comprar las acciones. La decisión significaba que deberíamos mucho dinero a los bancos, pero retomaríamos el control de la empresa.

Estar endeudado no era algo nuevo para mí: como empresario, siempre he tenido que buscar a personas que estén dispuestas a invertir en mis ideas. Esto comenzó con el primer préstamo que me hizo mi tía cuando yo era adolescente, que le pagué tan...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR