EsE dUlCe ArOmA a GoMa

Por El Infiltrado

Escuché esas palabras el día de las elecciones mientras me aseguraba de que la última gota de gasolina entrara en mi tanque, que no se olvide que las elecciones suelen ser una hecatombe y uno nunca sabe. Entonces miré a mi alrededor y me dí cuenta de que el único con cara de bobolón allí era yo.

A lo lejos, en la carretera, un muchacho aceleraba un carro que estaba más allá que acá, es decir que tenía vocación de carcacha, y las gomas giraban con fuerza en la carretera espelusándose poco a poco.

Terminé de echar gasolina. Me monté en el carro y decidí seguir a aquel portento del mundo de los neumáticos. Cometí el grave error de bajar el cristal porque cuando lo hice poco a poco fue metiéndose en mi carro ese dulce aroma a goma quemada, que amarga y te hace sentir sucio pero no deja de ser perturbadoramente dulzón.

Pasé varios semáforos hasta que logré estar justo detrás de mi amigo el chillador de gomas. Observé bien, ya estaban peladas y a mis espaldas se veía una estela de goma, una suerte de grafitti...

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