Dulce y enigmática

Por Marcos Billy Guzmán

Especial El Nuevo Día

Poco a poco, con el telón arriba de la Sala de Festivales del Centro de Bellas Artes Luis A. Ferré (CBA), el público veía cómo asistentes de la producción y músicos conectaban instrumentos y hasta colocaban agua en el lugar donde cantaría la artista.

"¡Hola Puerto Rico!", exclamó la cantante a eso de 10:20 p.m. Con una hora y 50 minutos de retraso, la vocalista entró con las manos arriba, pero sin teatralidad alguna. Sin embargo, eso le bastó para capturar a los niños y adolescentes puertorriqueños que no se hubiesen perdido por nada aquella cita.

Y es que no hay duda de que los 50 tatuajes de la cantante la han convertido en una joven enigmática. Ese misterio fue algo que corrió anoche por el CBA como la tinta de las marcas permanentes que lleva en el cuerpo.

A sus 25 años, la intérprete parece combatir cualquier prejuicio de inexperiencia plasmando el amor y el desamor de forma visceral en sus canciones. No obstante, la frescura de la juventud y ese toque "fresita" al que a veces se oponen los más rebuscados son factores que ella tampoco deja perder. Entre esa dualidad cautivó a sus fanáticos boricuas.

Desafortunadamente, Perri no logró llenar el teatro y su escenografía resultó muy simple. No obstante, para aquellos seguidores que sí se dieron cita y gritaron de principio a fin, el show fue suficientemente divertido y...

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