Duro de matar

Por Juanma Fernández-París

Especial El Nuevo Día

Una vez aclaramos eso se puede aceptar que el quinto filme de esta franquicia, que estrena hoy en Puerto Rico, es completamente innecesario... aunque realmente divertido y entretenido.

De todo lo que resultó original y emocionante en 1988 lo que queda es una fórmula que puede ser reciclada de cualquier forma, siempre y cuando tenga los siguientes elementos: Bruce Willis como un John McClain con su sarcasmo intacto; algún familiar del protagonista en aprietos y un terrorista con un plan maquiavélico (que jamás será tan memorable como el villano interpretado por Alan Rickman en la primera película).

En esta reinvención de la serie, McClain se ve a obligado a viajar a Rusia cuando se entera de que su hijo (Jai Courtney) podría ser encarcelado de por vida cuando es acusado de un asesinato. Una vez allí, el protagonista se lleva la sorpresa de su vida al enterarse que su primogénito es parte de una operación secreta que esta modulando la actividad terrorista de dos bandos opuestos que quieren tomar control del gobierno.

Lo que viene a continuación es una sobredosis de explosiones y balaceras. Si le parece que estoy simplificando la trama, tómelo como una advertencia dado que estoy casi seguro que la sinopsis del guionista se podría haber sido: McClain + terroristas rusos = ¡BOOM!.

A pesar de que la trama sea irrelevante, el filme cuenta con varios elementos que impiden que la quinta Die Hard sea un filme de acción tedioso y vergonzoso. Durante su primer acto resulta extremadamente interesante que la llegada de McClain a Rusia cause que una misión vital se arruine en vez de ser presentarlo como el héroe que va a salvar el...

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