Economía colaborativa y los peligros de la sobrerregulación

Kenneth RiveraEl término "sharing economy" o "economía colaborativa" en español, se utilizó por primera vez en el 2007 en referencia a un nuevo modelo de hacer negocios entre personas, eliminando o reduciendo la participación de terceros. Cuatro años después, la revista Time catalogó este modelo como una de las 10 ideas que cambiarían el mundo, cosa que no parece estar lejos de la realidad.Ya para el 2019, la economía colaborativa cuenta con plataformas tecnológicas que con relativa sencillez y rapidez nos permiten comprar pasajes, solicitar transportación, pedir comida, tomar seminarios y hasta alquilar habitaciones de hotel o residencias.Un estudio del 2014 -de la firma Pricewaterhouse Coopers- estima que el volumen de transacciones de este sector, a nivel mundial, era $15 billones en el 2014 y que alcanzará los $335 billones para el año 2025. Esto significa que nos encontramos ante una nueva forma de hacer negocios que tendrá un crecimiento enorme en los próximos años, por lo que tenemos que decidir cómo capitalizar en el mismo de forma organizada y coordinada.El modelo viene acompañado de grandes beneficios que incluyen precios reducidos, transparencia en la calidad del servicio (las plataformas les asignan notas) y flexibilidad para operar. Por otro lado, presenta varios retos en cuanto a fiscalización contributiva, seguridad del usuario y competencia con empresas ya establecidas.La realidad es que este tipo de industria va a continuar creciendo y debe ser regulada para "corregir las fallas en el mercado", como indica Arun Sundararajan en su libro "The Sharing Economy". Recordando siempre que cualquier exceso regulatorio puede resultar en que muchas de las transacciones se trasladen al sector informal.Uno de los ejemplos emblemáticos de este modelo de negocio son las plataformas que permiten hacer arrendamiento de propiedades inmobiliarias. Estas plataformas están siendo utilizadas con mucha frecuencia a nivel local para arrendar propiedades localizadas en Puerto Rico. El problema en esta área es que se está legislando y regulando de manera desenfrenada.Vamos a asumir que una persona de Francia -lo vamos a llamar Jacques- compró en el 2015 tres apartamentos reposeídos en un edificio del área de Hato Rey...

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