La educación pensada

Si hay un problema apremiante en nuestro país, es la educación. Por eso, cuando Dennis Alicea, filósofo, educador, escritor -rector también, durante 25 años, de la Universidad del Turabo- empieza este libro afirmando que “La educación es un proyecto complejo y ambiguo”, anuncia un contenido provocador. Se trata, precisamente, de una reflexión profunda y reveladora sobre la educación, sus supuestos y fundamentos, sus contenidos y métodos y las condiciones que deben revestir quienes la tienen a su cargo.

El tema se presenta desde diferentes puntos de partida: lo que se quiere alcanzar con la educación; sus contenidos; la figura del maestro y la relación de la educación con el entorno sociopolítico. Con ello se abre un horizonte de indagación creativa que esclarece sentidos y funciones, a la vez que enfrenta críticamente un cúmulo de ideas y prácticas agotadas. El libro provoca no solo a pensar sino a repensar.

Los pasajes iniciales se ciernen sobre los fines de la educación, señalando hacia la centralidad de los esquemas conceptuales para estructurar la información y hacerla inteligible: son andamiajes o “prismas que contribuyen a organizar la multiplicidad caótica, la rapsodia fluida e incoherente”. Más aún, el autor enlaza, de manera verdaderamente innovadora, esos esquemas con la subjetividad. Las estructuras que permiten adquirir el conocimiento son más eficaces cuando se reflejan en las estructuras internas de la personalidad, lo cual permite asumir el conocimiento como algo propio que ensancha no solo el horizonte mental, sino también la sensibilidad, propiciando la empatía con el otro cuya subjetividad se reconoce. Todo ello predispone al “diálogo inteligente”.

Se plantea entonces que el conocimiento no es un esfuerzo cerebral que se da en un vacío sino una adquisición que compromete la totalidad de la persona, un estímulo que transforma no solo su visión de la realidad sino también su habilidad de interactuar con esa realidad, transformando -de paso- a la persona misma. En esa operación entra la imaginación creativa: “La imaginación permite integrar lo que se percibía aislado e inconexo, amplía o crea nuevos significados, inventa imágenes, palabras y ritmos, y produce mundos alternos desde la subjetividad”.

Se perfilan así las dimensiones del proyecto educativo, que no se cumple informando las mentes, sino integrando en el proceso la imaginación, la sensibilidad, las emociones, el sentido estético y...

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