Educación, pese a todo

Por Carmen Graciela Díaz

Especial El Nuevo Día

Agarrada a ese norte, la casa de Santillana en Puerto Rico suma otro motivo para festejar. Y es que la editorial se estableció en la Isla en el 1991, hace 20 años. Lo celebran con austeridad, garantiza el director general de Ediciones Santillana en Puerto Rico, Ignacio Romero.

"Seguramente hagamos algo en noviembre. Y si lo hacemos, será con los maestros. No vamos a hacer un cóctel", expresa quien reitera que la empresa prefiere una celebración junto a los educadores, más allá de un encuentro social efímero.

Santillana, cuyo nombre ha estado ligado a la cultura y a la educación, enfrenta el siglo XXI con cambios que responden a nuevos paradigmas del libro, los dictámenes del mercado y los imparables avances tecnológicos. Así lo hicieron en el 2009 cuando la sede local dejó la edición general -división que atiende el quehacer de obras de ficción y no ficción bajo sellos como Alfaguara y Aguilar, por mencionar algunos- porque, según Romero, "el modelo económico no era rentable". Dicha operación, entonces, se trasladó a Miami, Florida.

El área educativa, empero, mantiene su rumbo. Según Romero la empresa continúa editando contenidos, pero fraguándose desde un acercamiento tecnológico.

"No queríamos vender espejitos a las escuelas. Decidimos el camino más responsable que no necesariamente es el más fácil", dice refiriéndose a que conciben la tecnología como aliada de la educación. Ello desemboca en que los esfuerzos se vuelquen sobre una integración...

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