EJEMPLO DE DIÁLOGO Y CONSENSO

Por Antonio Quiñones Calderón

ESPECIAL EL NUEVO DÍA

"Alguien pensaría que, por sus múltiples ocupaciones él no tuvo tiempo para estar con su familia, pero la verdad es que siempre lo tuvo", dice María Eugenia. Cada uno recuerda las visitas dominicales de don Luis a la casa de sus padres -Antonio Luis y Luisita- durante su gobernación y, luego, a las de cada uno de ellos. Abrían con un rito invariable: el abuelo al piano, a lo que seguían sus cuentos, "que él se inventaba, pero siempre con una enseñanza, un mensaje".

¿Cuándo tomaron conciencia de tener un abuelo gobernador?

Luis Alberto rememora la ocasión "cuando fuimos a La Fortaleza un día de Pascua y nos llevaron a un salón inmenso en el primer piso; un comedor; me di cuenta de que mi abuelo era gobernador porque estábamos en aquella casa que nunca habíamos visto". Antonio Luis lo supo porque "cuando íbamos en su carro él saludaba a todo el mundo. En una ocasión le pregunté, y él me respondió: 'Es que tengo que saludarlos; soy el gobernador de Puerto Rico' ". María Eugenia recuerda cuando los llevó al circo y lo presentaron; él se puso de pie y lo aplaudieron. "Es una imagen que no se me olvida" y la llevó a entender que era el gobernador. María Luisa se vuelve hacia el viaje de mudanza de Ponce a San Juan, que hizo con tristeza porque dejaba a sus amigas. "Me pareció un viaje interminable. Pero él iba con nosotros en aquella miniván explicándonos la razón de la mudanza". Loren no tiene recuerdo de don Luis en la gobernación, pero sí de las visitas que hacían a su residencia en Ponce, "en la que él tenía una oficina repleta de libros, documentos, fotografías y banderas, inclusive algo relacionado con el primer viaje a la Luna; al ver aquellos objetos sabía que abuelo era una persona importante".

¿Les hablaba de su trabajo para que supieran a qué dedicaba tantas horas en una casa que no era la suya propia?

"Él iba los domingos a casa en San Juan y nos sentábamos a conversar; siempre salían los temas del momento", recuerda María Eugenia, y Antonio Luis apunta que, en sus visitas, don Luis "compartía mucho con nosotros sobre música, las artes; se hablaba también de temas familiares. Nos hacía muchos cuentos". Para Loren, don Luis era muy sistemático. "La visita siempre comenzaba con él al piano, y explicándonos qué sinfonía tocaba y cuándo la había tocado por primera vez. Después pasábamos al conversatorio". María Luisa tomó el trabajo de su abuelo "como si fuera parte de mi vida. En La...

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