Ley Núm. 311 de 15 de Septiembre de 2004. Escuela Elemental Don Desiderio Méndez Rodríguez

EventoLey
Fecha15 de Septiembre de 2004

Ley Núm. 311 de 15 de septiembre de 2004

(P. del S. 1662)

Para designar con el nombre de Don Desiderio Méndez Rodríguez al Edificio de la Escuela Elemental del Barrio Maizales de Naguabo.

EXPOSICIÓN DE MOTIVOS

En el Barrio Maizales de Naguabo hay una escuela pública la cual al no contar con un nombre designado, se le conoce como Escuela Maizales, en referencia al lugar donde está ubicada.

En nuestra Isla, resulta uso y costumbre designarle nombres a los edificios escolares, seleccionado a algún ciudadano que hubiera descollado en algunas de las facetas de la comunidad, ya bien dentro de las facetas del arte, como de las ciencias, cultura, servicio público, entre otras. Teniendo en consideración lo anterior, el Consejo Escolar de la Escuela del Barrio Maizales, representado por maestros, padres, estudiantes y la dirección de la escuela como tal, se dio a la tarea de seleccionar, entre varios ciudadanos puertorriqueños destacados, uno que consideraron tiene las cualidades suficientes para justificar que dicho plantel escolar lleve su nombre.

Se trata de Don Desiderio Méndez Rodríguez.

Don Desiderio nació en Naguabo el 2 de marzo de 1924.

Sus padres fueron Don Antonio Méndez Rodríguez y Doña Lucía Rodríguez García.

Dedicó gran parte de su vida a trabajar como conserje de la escuela del Barrio Maizales.

Contrajo matrimonio el 21 de diciembre de 1950 con Doña Esperanza González, procreando doce hijos.

En el año 1969 comenzó a trabajar como conserje en la Escuela Maizales donde trabajó hasta el 1986 cuando se acogió al retiro.

Sus conciudadanos lo reconocen como un hombre ejemplar, como un prototipo del ser humano cristiano, no sólo en palabra, sino también en obra.

Destaca a su vez, la forma ejemplar en que comparte con niños y jóvenes, y el respeto con el que trata a sus semejantes.

Se caracterizó en sus labores por ser un infatigable trabajador que incansablemente, prácticamente realizaba dos jornadas de trabajo diariamente.

Con tanta dedicación a sus labores, él mismo logró ganarse el cariño y admiración de maestros, estudiantes, padres y de la dirección de la escuela por el inmenso amor, vocación y esmero con los que ejercía su labor.

De esta forma,

llegó a ser objeto de

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