Elogio de la cuneta

Por K.B.

Una cuneta es una grieta con alma. Las hay de todo tipo, anchas y capaces de acoger un riachuelo imaginario cuando llueve, de esos en los que barcos y cruceros de papel se pierden; las hay secas y polvorientas, llenas de basura y memoria; prístinas y blancas como líneas perfectas que dividen el mundo de las aceras y de las calles, del allá y el acá.

Será por eso de que son fronteras que la cuneta es una parte esencial de lo que es ser puertorriqueño. Si nos emborrachamos o nos amanecemos quedamos en la cuneta, si lo hacemos mucho y corridito nos convertimos en cuneteros y aquellos que han hecho de la cuneta un espacio habitual están -como en todo limbo- más allá que acá y viceversa. Porque la cuneta es el preámbulo de la libertad aventurera de la calle y a su vez es el preludio de la serenidad cómoda y segura de las aceras.

Lindo es cuando el agua de lluvia las renueva y asusta cuando es la manguera de algún...

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