Eludible erotismo literario

Por alejandro carpio

Los personajes de estos relatos pornográficos salen de la historia de la literatura. Presumiblemente, su condición de personajes canónicos intenta redimir el carácter puramente utilitario de las páginas. La prosa más o menos clara de Altarriba va forjando los argumentos disparatados y las situaciones imposibles de una sexualidad infantilizada y, al final del día, ridícula.

En el primer cuento, Penélope esconde a su sirvienta en la inmensa cama a la que lleva a sus pretendientes itaquenses; ellos ven la cara de la esposa de Odiseo mientras, engañados, copulan con la sirvienta. La imaginación parece tener aquí una falla de ingeniería. En el segundo cuento, los sabios bagdadíes exploran el arte de dilatar el acto sexual oyendo públicamente unos cuentos bien narrados. La boca y el sexo se ubican perpendicularmente, explica el narrador; además, hay una relación etimológica entre "semántica" y "semen", como aprenderá Scheherezada. ¿Se arriesgará demasiado...

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