A Emma

ROSARIO GOYCO CARMOEGA

ABOGADA

Estoy esperando la hora de clase, sentada frente al castillo del Morro y, más lejos, las murallas del Castillo de San Cristóbal, mudos testigos del trabajo de puertorriqueños y de la agresión de extranjeros. También de injusticias cometidas contra los que abogaron por libertad y garantías constitucionales. Miembros de tu familia, como de tantas otras, estuvieron prisioneros allí por ello.

Tampoco serán el piragüero o el paseo al Viejo San Juan, parte de tu vida cotidiana, ni el refugio de la montaña traerá tranquilidad a tu espíritu. Eso duele porque han sido varios de los tuyos los que han sacrificado libertad y propiedad por esta tu verdadera tierra, cuyo amor recibirás de tus padres.

No olvides nunca lo que eres y siéntete orgullosa de serlo. No permitas que aquéllos que la menosprecian, porque quisieran ser otra cosa, o porque se han construido una fantasía de lo que les gustaría que fuera, no valoran lo que es y lo fuerte que ha sido.

Puerto Rico existe, a pesar de las agresiones de extranjeros y de los suyos propios. Ha luchado con lo que tiene por preservarse con identidad propia como nación y lo ha logrado. No ha sucumbido a la tentación de luchas violentas contra poderes hegemónicos, que sólo hubieran conducido a su desaparición. Se ha optado sin embargo, por la resistencia. Por una rebeldía innata que se manifiesta de muchas...

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