'STRIPTEASE' EMOCIONAL

Por Camile Roldán Soto.end.croldan@elnuevodia.com

FOTOS POR Jorge A Ramirez Portela

Osvaldo Álamo lo tiene claro.

Ingresó a prisión a los 20, con una condena de 148 años por asesinato. Tras las rejas, puede afirmarse, se hizo hombre. Aprendió cuán inusual es aquí revelar un poquito del alma.

"Lo que son las emociones uno las corta. Si lloras es cuando te bañas o durmiendo y aprietas la almohada bien duro para que nadie te oiga. Una lágrima aquí es señal de debilidad. Y una lágrima puede costarte la vida, en un sentido figurativo", explica.

Durante los últimos meses, sin embargo, ha habido lágrimas en la cárcel. Lágrimas de tinta. Los presos han estado leyendo. Inspirados por textos tan diversos como "La metamorfosis" de Franz Kafka o "Antes de que anochezca" de Reinaldo Arenas, han escrito. Y, al hacerlo, han llorado con palabras. Han reído. Y han soñado.

La profesora Edna Benítez Laborde ha sido su guía. El año pasado, gracias al apoyo del programa de Salud Mental Correccional y la entrega de sicólogos, trabajadores sociales, la bibliotecaria y otro personal de la cárcel se realizó como proyecto piloto en el área de rehabilitación el taller de literatura y escritura creativa "Desde adentro".

Participaron 13 confinados de mediana y mínima custodia en la institución, entre ellos Osvaldo. La profesora estructuró para ellos un currículo exigente, colmado de lecturas y ejercicios que transportaron a los estudiantes -cuya inmensa mayoría nunca cursó estudios universitarios- al mundo de la literatura.

¿Cuéntame de cuando eras chiquito?, les soltó un día tras discutir el olor a guayaba que rescata de su niñez Esmeralda Santiago en su novela "Cuando era puertorriqueña".

Así fue como Aníbal Santana Merced, preso hace 13 años, recordó el día en que su padre alcohólico vendió por un litro de ron a su más preciada posesión, un caballo que se llamaba Estrellero.

"Ese caballo era mi protector", precisa Aníbal, sobre el recuerdo que le llegó contemplando el libro de fotografías de Jack Delano "Puerto Rico mío".

"Fue bien bonito. El taller nos dio la oportunidad de salir de los módulos y encontrarnos con ese niño que perdimos en el camino. Me hizo crecer como persona, como escritor", asegura.

Y es que a diferencia de otros de sus compañeros en la cárcel, Aníbal había experimentado ya los placeres de la lectura y la escritura. De hecho, recuerda que la poesía siempre le gustó. Pero no le dedicó tiempo pues se fue de su casa con apenas 11 años y desde...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR