Emotivo homenaje a una heroína boricua

Por Osman Pérez Méndez

osman.perez@gfrmedia.com

Unas 50 personas se dieron cita anoche en el culto memorial que tuvo lugar en la iglesia Discípulos de Cristo de Hato Tejas, en Bayamón, área de donde es originaria la familia Soto.

Según explicó Pablo Soto, uno de varios tíos y tías de Victoria que anoche participaron del servicio, ellos eran 11 hermanos, incluyendo a Carlos, el padre de Victoria. "Éramos 11 hermanos, dos murieron, somos tres mujeres y seis varones. Nos criamos en la calle Comerío, en bastante pobreza. Los mayores se mudaron y llevan unos 45 años por allá. Pero siempre nos mantenemos en contacto", dijo Pablo, recordando que Victoria, tras ver las fotos de la visita de su hermano Carlos a Puerto Rico el año pasado, tenía previsto venir ella este año de visita.

La muerte, no obstante, le impidió llegar, cuando se interpuso entre el autor de la masacre y sus estudiantes, salvando la vida de 16 de ellos. En total, 20 niños y seis adultos murieron en la balacera, incluyendo a Victoria.

"A mí lo que más me impactó es la solidaridad tan grande hacia toda la familia, de tanta gente todas partes del mundo", dijo Miguel Soto, también tío de Victoria.

Jesús Manuel Soto, primo de la joven maestra, recordó lo impactado que quedó al ver la solemnidad mostrada por la gente en Connecticut.

"Aquello allá fue tremendo. La comunidad completa se desbordó. Cuando íbamos para el cementerio, todo el mundo salió de las casas, y de los negocios, se pararon a la orilla de la avenida a saludar, como militares, todo el mundo, fue algo bien impresionante", dijo Jesús Manuel.

Carmen Iris Soto, tía que vio nacer y crecer a Victoria, recordó que "siempre fue una niña bien cariñosa", por lo que no le sorprendió en absoluto que asumiera el papel de heroína para proteger a sus estudiantes del asesino.

"Sus estudiantes eran como si fueran de ella, los había guardado. Logró salvar 16 niños, 6 de ellos no se pudieron salvar porque se salieron del escondite, y ella no pudo evitar que los mataran", recordó Carmen Iris, quien dijo que aún no podía sentirse conforme con la temprana partida de la maestra de tan solo 27 años.

Durante el servicio, entre cantos, alabanzas y poemas...

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